lunes, 2 de septiembre de 2013

"LA MEJOR DEFENSA ES UNA GRAN OFENSIVA"

Ahora les voy a contar una historia , y, aquellos que sufren de bullying, no duden en probar esta estrategia...
Yo me encontraba acorralada, rodeada de gente desconocida, dentro de un lugar al cual todavía no me acostumbraba. Todos me abarrotaban con preguntas acerca de mi país, qué comíamos, a qué edad podíamos conducir, cosas por el estilo. Generalmente me hacían bromas, o me decían cosas creyendo que yo no iba a entenderlas, pero lo hacía.
Cuando sonó el timbre y todos se sentaron en sus pupitres, dejándome en paz, pude observar que algunas chicas, a quienes yo llamaba "chetas", estaban hablando con una chica de cabello castaño y desde donde estaba sentada pude observar que utilizaba gafas. Por la cara de satisfacción en una de las chetas y el encogimiento del cuerpo de la chica de los anteojos, supe que la conversación no era amistosa.
Traté de no intervenir, pero mi instinto me decía una y otra vez que lo que le hacían era injusto, ya que obviamente ellas eran cuatro contra uno y la pobre chica no tenía nada de carácter como para contestarles o hacerles frente, razón por la cual en menos de un minuto ya me encontraba a unos pasos de su pupitre, cosa que sorprendió a todos ya que yo no me movía mucho de mi asiento.
Cuando llegué a donde ellas estaban, las chetas la apuntaban con el dedo y se reían de ella, eso hizo que mi tolerancia llegara a desbordarme, porque yo no quería ir enojada hacia ellas.
-¡¿Qué creen que hacen?!- les pregunté conteniendo el nudo que se me iba creando en la garganta por tanta ira contenida.
-¿Disculpa?- Dijo Amparo, la líder del grupo, levantando las cejas y mirándome con falsa indignación.
-Ya me escuchaste, ¡¿Qué-creen-que-hacen?!
-No sé quién te invitó a esta conversación, pero estas vetada de ella chica nueva- respondió quién yo creía se llamaba Lucero.
-¿O es que, acaso, en tu país se puede opinar cuando no se lo es pedido?- La siguió Amparo.
La chica de las gafas, que tenía ojos oscuros según pude observar, me miraba con ellos abiertos de par en par, con la mirada temerosa, aunque podría jurar que no temía por ella, ya que debía de estar acostumbrada a tal acoso, sino que su espanto era por mi.
-¿Acaso no nos escuchaste? Vete- dijo una tercera chica cuyo nombre, si no mal recuerdo, era Priscila.
-Te escuche, pero no estoy aquí por ustedes, estoy acá por ella.- Y señalé a la chica de los anteojos, que me miraba atónita. -¿Cómo te llamas?
-Ma..Mariana- dijo casi en un susurro.
-Bien, estoy acá por Mariana y sólo me iré si ella me lo pide-. Hablaba con una falsa sonrisa en la cara, cuando lo único que quería era partirle la cara de un golpe. -¿Tienes algún problema con ello?
Todos me miraban estupefactos, incluso la profesora, quien había estado a punto de callar a la clase cuando se percató de nuestra discusión.
-¿Tienes algo que decir al respecto Amparo?- le repetí.
Ahora se miraban entre ellas, anonadadas, sin saber qué responder. No se esperaban que alguien defendiera a la menos popular de la clase, ni mucho menos que alguien se enfrentara a ellas.
Al final parece que optaron por una retirada, ya que luego de mirarse una última vez volvieron a sus asientos, y yo me mudé al asiento que estaba al lado del de Mariana.
-¿Te molesta si me siento aquí?- le pregunté dulcemente
-No, en absoluto- me contestó con una sonrisa.
Creo que, si no hubiera venido a mi ese amor por defender a los demás, aunque haya sido en un momento inoportuno, jamás hubiera conocido a la mejor amiga del mundo.


 RELATO DE UNA WAMBERA

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